Desde
Izal se pueden plantear muchas excursiones. Se trata de un pueblecito del valle de Salazar en el que confluye un auténtico laberinto de cimas, bastante escarpadas, que resultan de gran interés montañero, aunque en los últimos años se estén cerrando los parajes con los matorrales y esto haga, a veces, el camino muy sucio.
Los bosques predominantes son el pinar y el roble, en las laderas, y el haya en altitud. El sotobosque es el clásico, con gran cantidad de
bojes,
enebros,
espinos y
ollagas.
El caserío de Izal se asienta recogido bajo la cima de Arburua, sobre la que asoma la espadaña de la ermita entre el arbolado, (una bonita ruta circular puede realizarse ascendiendo a la misma y descendiendo por la cresta hasta Gallués para volver por el barranco). Su población, inferior a los 50 habitantes, vive de la ganadería y la explotación forestal. Sus casas, entre las que encontraremos un hórreo, presentan portadas interesantes, con construcciones que van desde el siglo XVI al XIX. Hay un palacio del XVII, y al entrar al pueblo encontramos una casa típica, con tejado a cuatro aguas.
En la iglesia, gótica, dedicada a San Vicente, encontraremos una hermosa pila bautismal de dicho estilo.
Desde este mismo pueblo se puede ascender también a Olagato, Santa Cruz, Peñas de Bezea y la ya citada ermita de Arburúa.