Carretera de Lekunberri a San Miguel Excelsis. Km. 9,75. Una pista sale a la derecha, por delante de un hito de piedra marcado con letras rojas: «D.F.N. Monte Aralar».
Hay sitio para aparcar vehículos junto a dos contenedores. Unos metros más adelante una puerta metálica cierra el paso motorizado, pero permite superarla caminando por la derecha.
Nos adentramos en llano, faldeando, en el bosque de hayas, limpio. Los árboles cubren las grandes dolinas y las rocas de las laderas. Crecen tanto en alto como en el fondo de los grandes agujeros.
A los cinco minutos comenzamos a ascender, primero con suavidad y luego con mayor decisión. A los diez minutos el paisaje está algo más abierto. Helechos y espinos comienzan a poblar el suelo. Algunos majuelos crecen en forma de arbolillos entre el hayedo.
Si nos volvemos veremos la silueta de Altzueta, con las antenas de telecomunicaciones. Las laderas están totalmente cubiertas por el hayedo.

Superamos, en ascenso, un corte entre rocas.
Cien metros después hay un rellano; el camino va a girar a la derecha con una mancha de pinar en la ladera; nos metemos por senda apenas visible entre los helechos hacia la izquierda.
En pocos metros superamos una pequeña hondonada que al fondo tiene un paso estrecho entre rocas.
A bocajarro nos encontramos con...

Cueva de Amurutxate (Amurutxateko Koba).
Una enorme oquedad en la pared caliza, con el suelo cubierto de una profunda capa (centenaria) de estiércol de oveja que en algunas zonas blanquea por el carbonato que ha ido cayendo disuelto en el agua desde el techo.
Impresionan las dimensiones.

Volvemos al camino.
Tras dejar a la izquierda una gran dolina, se inicia una mancha de pinar en la ladera. A la derecha asoma ya la cima de Zubizelaigaña.
Siete minutos después un torrente pasa bajo el camino, procedente del cercano manantial de Amutxate. Poco más adelante queda un aska a la derecha, con un moderno grifo del que podemos beber sin problema.
En este punto enlazamos con el recorrido de la GR-12 (Sendero de Euskalherria).

Hacia la izquierda el camino se encaja en un barranco. Al mismo tiempo que supera una zona encharcada por un arroyo aumenta bruscamente la pendiente; el suelo se hace cementado.
Subimos encajados en el fondo de este corto barranco para salir a la parte superior de los prados.
Son cinco minutos hasta salir a terreno abierto.

El paisaje llega repentinamente a los prados de altura de Aralar, en el circo de Etzantza. Al mismo tiempo, el camino vuelve a ser de tierra.
Por la derecha unas marcas de rodada en la hierba inician una desviación hacia las bordas de Errazkin, en el paraje de Olatxiki, que están más altas. Seguimos por el camino que llevábamos, y cuando alcanzamos la altura suficiente para dominar el horizonte rocoso nos desviamos a la derecha bajando por un camino paralelo al principal, al encuentro de las laderas de Zubizelaigaña.

A mediados de diciembre los majuelos («Manzanicas de pastor»), solitarios en medio de los prados, muestran sus frutos sobre las ramas desnudas. El único aporte verde es engañoso. Se trata del muérdago que coloniza y parasita sus ramas.

El camino está señalado por balizas metálicas para localizar el recorrido en caso de nevada.
Al llegar al lugar donde la depresión de Etzanza topa con la ladera nos desviamos a la derecha para ganar la loma por la zona más sencilla.

Loma que conecta con la cima.
Vemos al otro lado, por primera vez, la esbelta silueta de Tutturre. Bajo el mismo, entre las rocas, se asienta una borda. Lo dejamos para después.
Por lo más alto, buscando los lugares más sencillos, entre hierba y roca, vamos subiendo y salvando obstáculos hasta acercarnos a la cima cercana.

Cima de Zubizelaigaña.
Rocosa. Formada por cabalgamientos de capas rocosas en dirección norte. No obstante, hacia ese lado se puede bajar con relativa facilidad por terreno herboso aunque muy pendiente.
Cercano se encuentra Tutturre. A los pies tenemos, 900 metros verticales más abajo, el valle de Araitz con todo su caserío diseminado. Más a la derecha Lekunberri. Al otro lado vemos el corte de la autovía sobre las laderas de Azpiroz, y más allá el parque eólico sobre Zuparrobi.
Por la derecha se pierde la vista hasta el horizonte del Pirineo oscense. Tras de nosotros, al sur, la cima de Beloki.
El buzón está formado por estructura metálica en tejado a dos aguas, que soporta unos cristales que cierran el mismo. No vemos placa de ningún tipo. Únicamente, arañado en el metal el nombre de «Uharrain».

Descendemos por la ladera norte, con cuidado, por la hierba, para desviarnos en descenso, hacia el oeste (izquierda), a la búsqueda de un collado que, tras el primer contrafuerte rocoso, nos conecte con el camino de ascenso a Tutturre.

Collado de Algorta. Herboso. Nos permite pasar bajo las laderas de Ttuturre.
A la izquierda una gran dolina, otro collado y otra dolina más. Al frente tenemos una serie de capas rocosas entre las que ascienden pasillos herbosos. Subimos por ellos, siguiendo el sentido de los mismos, y tratando de buscar la senda que asciende desde el otro collado mencionado, también en el mismo sentido, un poco a la izquierda. Una vez encontrada la seguimos, contorneando el monte en fuerte ascenso, hacia el norte y el oeste.
Cuando la roca se va imponiendo sobre la hierba, una serie de hitos de piedras nos van señalando el camino.
En caso de que, contorneando el monte, lleguemos a ver el circo de las Malloas sin encontrar la senda, conviene volver atrás y un poco a la izquierda hasta encontrarla.
Finalmente, entre rocas, alcanzamos la cima.

Cima de Tutturre o Ttutturru.
Rocosa y bastante aérea. Muy irregular. Muchas piedras. Sobre ellas hay nada menos que tres buzones.
Uno está en desuso y totalmente oxidado. Tenía forma de cilindro con tapa (que ha desaparecido).
Otro tiene forma de seta roja con topos blancos. Bastante grande. El sombrerillo hace de tapa.
El tercero es una sencilla casita de acero inoxidable.
La vista es magnífica y grandiosa. El valle de Araitz se abre bajo nuestros pies. Al oeste todo el circo de las Malloas, que no veíamos desde Zubizelaigaña, con Balerdi en el otro extremo y con Irumugarrieta (el punto más alto de Aralar) en el centro.
Los montes se extienden más allá de Azpiroz y en todas direcciones.

El buzón en forma de seta está colocado por el C.D. Hernani el 14/02/1965.
El otro por Lekunberri Kirol Elkartea en 1992.

Bajamos por donde hemos subido, poniendo especial cuidado si nos encontramos nieve o hielo. Cuando nos acercamos al collado nos desviamos más al sur, hacia el segundo collado, que pasa entre dos dolinas.
Esto si no queremos visitar los «arkuek». Si queremos verlos sigamos la nota y el siguiente paso.

Nota: Si, desde la cima, bajamos por el otro lado (por el oeste), aprovechando una inclinadísima faja de hierba por la que discurre una senda (no recomendable si hay humedad, nieve o hielo) en dirección sur, nos encontraremos sobre dos enormes dolinas, una junto a la ladera y otra algo más allá, ambas al sur del collado (Sarabezar). Iremos hasta la cresta rocosa que las separa...

Junto al mismo, unos metros más abajo, nos encontramos tres arkuek. Las tres están unidas y dos de ellas mantienen todavía sus cúpulas de piedras amontonadas. La del más cercano está hundida.
Si bajamos al fondo y subimos con cuidado para salir de este paraje por el lado contrario, nos encontraremos los restos de algunas construcciones más, como la de la imagen siguiente, pero no son arkuek.
Según nos hace observar Fernando Pla no se trata de la misma estructura. Las arkuek tienen forma redondeada y poseen robustas paredes y estructuras. Podemos ver, sin embargo, cómo las del collado son de forma rectangular (aunque existan también algunas redondas). Su finalidad es otra: refugio para los cerdos que pastan por la sierra, y abundan por toda la zona.
Saldremos ahora, en dirección sur, sin perder altura, para plantarnos en el raso frente a las laderas de Beloki.

Si hemos descendido por el camino de ida, y no hemos recorrido las dolinas de las arkuek, seguiremos este itinerario desde el collado base.
(De lo contrario habremos salido al raso frente a Beloki y podemos saltar al punto siguiente).
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Una senda asciende por la ladera de enfrente, a la derecha, hacia unas hayas. Pasa junto a un túmulo, que queda a la izquierda en el raso.
Nada más entrar en el hayedo la senda se vuelve muy irregular, pedregosa y embarrada en tiempo húmedo.
Bajo nosotros queda una dolina con un pequeño redil de piedras en el fondo.
Al otro lado salimos al raso que comunica directamente con las laderas de Beloki, en un collado sobre el circo de Etzanza.

Raso.
Frente a nosotros, tras una zona de suave pendiente, subimos sin obstáculos hacia la cima redondeada.

Cima de Beloki.
Redondeada con una pequeña coronilla de rocas alrededor. Herbosa, con excelente vista, parecida a la de Tuturre, aunque el fondo del valle de Araiz queda tapado por la barrera de cimas que tiene al norte.
Buzón en forma de cilindro sobre poste metálico, rodeado de dos anillos circulares. Instalado en 1978.
Descendemos hacia el oeste (a la derecha según subíamos), para bajar a un collado sobre el que se ve pasar unas amplias marca de rodaduras.

Nota: En este descenso podemos observar una piedra que sobresale del terreno no más de medio metro, inclinada sobre un saliente. Es la piedra de Gaztelueta. Nos hace observar Fernando Pla en su superficie las huellas de numerosos fósiles. A su alrededor las rocas carecen de los mismos, lo que le hace deducir que ha sido trasladada a este punto y clavada en el lugar, por motivos que no conocemos.
Alguien ha plantado hace poco una rama de acebo junto a su base (ver foto siguiente).

Piedra de Gaztelueta.
Al fondo la cima de Txameni. Debajo la depresión de Urdangoene.

Collado de Urdangoene.
Por la derecha, en grandes ondulaciones, se extienden los rasos por los que hemos circulado, y siguen más hacia el oeste, conectando con las cimas de Irumugarrieta, Beoin, Aldaon... (en la imagen vemos Irumugarrieta en el horizonte).
Por la izquierda tenemos una depresión en el fondo de la cual circula un riachuelo que baja hacia la depresión de Urdangoene. Bajamos por lo más fácil para cruzarlo y circular por una senda que va por su derecha hacia un estrecho paso entre rocas.

Fondo, junto al riachuelo.
Marchamos a su derecha. El barranco se estrecha hacia un paso rocoso.
Lo atravesamos manteniendo el cauce a la derecha.

Tras atravesarlo la senda queda por encima del cauce y se aproxima, en un pequeño circo herboso rodeado de paredes de roca, a la bucólica borda de Bustintza.
Desde ella, si el cauce tiene agua, podemos ver cómo ésta es tragada por el interior de una sima.

Nota: A escasos metros detrás de la borda de Bustintza (al fondo de la fotografía), si ascendemos hacia el collado hacia el oeste encontraremos detrás una gran depresión ocupada por multitud de pequeñas formaciones de tapias. Abajo quedan, semidestruidas, otras tres «arkuek» (ver imagen siguiente). Se les conoce con el nombre de «Arregiko etxeak».

Bordeamos por el sur el sumidero sin perder altura y, tras efectuar un giro de casi 3/4 de circunferencia, descendemos por la ladera hacia una mancha cercana de abetos rojos, pasando por delante.
Delante de la zona hay una estela dedicada al Padre Jesús (Capuchino) el 17/09/68.
Continuamos el camino en sentido sureste-sur. A ratos pedregoso, a ratos herboso, va descendiendo cada vez mejor definido.
Ocho minutos después gira bruscamente a la derecha. No hacemos caso de desviaciones, pues aunque gire momentáneamente en diferentes direcciones, nos va a acercar con claridad hasta la carretera.

Dejamos a la izquierda una borda pintada de blanco. La pista se orienta, tras varias vueltas, en dirección sureste.
Poco antes de llegar a la carretera dejamos a la derecha el dolmen de Albi.
Hay momentos en que pasamos por un auténtico bosque de majuelo, con sus ramas totalmente colonizadas por los líquenes.

Unión con la carretera de Lekunberri a San Miguel. A la derecha, entre los pinos, queda el hermoso dolmen de Albi.
El camino está cerrado por una puerta metálica para evitar el paso de vehículos no autorizados.
Estamos al final de un largo aparcamiento en batería que hay un kilómetro antes de llegar a la casa forestal.
Nuestro punto de inicio está situado algo más de dos km más abajo. Sólo nos queda volver, cuesta abajo, hasta dicho punto.

Tras descender largo rato, a veces acompañados por plácidos hayedos, a veces por suelos atormentados por el karst, en ocasiones por breves rasos ocupados por matorral de argomas y brezos, llegamos al km. 9,750, completando nuestro recorrido.