En esta ocasión nos acercamos a la localidad de
Undiano, concejo de la Cendea de Cizur. Desde allí ascenderemos hasta la
Ermita de Santa Agueda, que se encuentra encima de las paredes de
conglomerado que se ven en la foto superior, y cerca de Ipasate. Se trata de un paseo circular que nos lleva hasta la Ermita ascendiendo suavemente y descubriendo de repente unas preciosas vistas a los montes, tanto de la cuenca de Pamplona como de la zona norte de Navarra y los pirineos de Navarra y Huesca. Descenderemos posteriormente siguiendo la GR-220 y después de observar los valles del sur del Perdón ( Valle de Mañeru, Valdizarbe, ...) volveremos de nuevo a Undiano.
Sabías que ... Santa Águeda
Una de las fiestas más simpáticas y bulliciosas del santoral nav
arro ha sido la del 5 de febrero. Quinciano, presidente de Sicilia martirizó a la santa cortándole los pechos. Al morir, un terremoto sacudió a Catania, entrando en erupión el Etna. La liturgia la invoca contra el fuego y las mujeres contra el mal de pechos, aprovechando esta noche para subir a los campanarios de los pueblos para bandear las campanas hasta quedar exhaustas.
El folklore de esta fiesta está inspirado en el de carnaval. Se hacen demandas de alimentos por las casas cantando coplas, origen de los «Coros de Santa Águeda». En algunas localidades eran las mozas, las «águedas», la que salían a pedir; como en Murillo el Fruto.
En Améscoa y los pueblos del valle de Aguilar, todavía se inicia la postulación con este verso zumbón:
Santa Águeda es una moza;
de lo verde se enamora,
y por eso le pedimos
un choricico, señora.
En algunos pueblos de la Barranca fue costumbre que el Ayuntamiento inspeccionase este día las chimeneas de las casas, recabando de las dueñas una limosna de chorizo u otras cosas. Los quintos han venido a suplantar en varios lugares del valle a los antiguos postuladores, convirtiéndose en protagonistas del día de Santa Águeda.
Si usted llega a Alsasua el 5 de febrero, seguramente se verá asaltado por muchachos vestidos de blanco, terciados al pecho grandes pañuelos. Merecen la limosna; han pasado un mes aprendiendo a bailar el zortziko. El día de Epifanía el alcalde echa las cartas para designar los dos reyes o mayordomos, administradores del dinero y de las tortas de pan que recogen en un palo especial provisto de clavijas.
Durante todo el día los mozos recorren las calles portando una bandeja y una makila o palo de gorosti (acebo) adornado, mientras el txistu denuncia su pedigüeña presencia. Al atardecer, los quintos se reúnen en la plaza para bailar el zortziko, según un ritual añejo, respetado por los muchachos, muchos de los cuales proceden de otras provincias.
Extracto sacado del libro "Al airico de la tierra. Tipos de la tierra del autor José Mª Jimeno Jurío"