El recorrido comienza en la calle Errotazar, junto a la pequeña torre que algunas personas llamamos “el Faro”. Delante, ayudando a suavizar la frialdad de sus paredes podemos ver un arce blanco, con sus flores y sus frutos colgantes. De aquí entramos hacia el parque y nos encontramos varias filas de árboles. Las dos de la izquierda están formadas por fresnos, algunos de ellos altos, fuertes, más veteranos; otros, sin embargo, pequeños, bastante jóvenes. Siguiendo junto a la línea del centro, tras los dos primeros fresnos veremos tres moreras, de grandes hojas y frutos dulces, muy ricos; parecen propicias para hacer travesuras, recoger de un salto sus frutos jugosos, o sus hojas si es que nuestra hija o nuestro hijo quiere experimentar con los siempre interesantes gusanos de seda. Si sois muy osados tal vez subáis a sus ramas. Tras pasar las moreras el siguiente árbol es una encina, joven y densa, bien cubierta de hojas durante todo el año. A su lado, a la derecha, cinco robles, de una variedad especial, fastigiata, que significa que tienen ramas verticales, esto les da una imagen de lanza erguida. Después, en la entrada del pequeño parque infantil, dos catalpas, con sus copas densas en forma de sombrilla. Antes de llegar al puente tres árboles del ámbar, que en otoño se ponen muy hermosos. De momento son muy jóvenes. Aún así todos los años muestran sus curiosos frutos leñosos, redondos.
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