Dorrao (Torrano).
Valle de Ergoiena.
Sobre la localidad se eleva, impresionante, hacia el norte, la mole de Beriain.
Por la parte oriental del pueblo sale una pista que se dirige hacia la ermita de San Pedro. Por el fondo del valle avanzamos sin apenas cambios de altitud. Abundan en las cunetas las matas de cola de caballo, indicador de la gran humedad del lugar. Les acompañan numerosas especies como el corazoncillo, milenrama, pacharán, orégano, espino blanco...
Las laderas de Andía, a la derecha, también se elevan hasta mostrar la franja rocosa de la parte superior. A nuestra derecha corre el río Leziza, rodeado de galerías de fresnos, arces, mimbres y otros árboles de ribera.

Abundan los prados con alambradas. Más arriba, a ambos lados, el bosque se apodera del terreno.
Si lo deseamos es posible acercarnos con vehículo este primer tramo, pero si vamos a hacer la ruta circular, tal y como se describe, no merece la pena.

A la izquierda del camino, algo apartada, queda la ermita de San Pedro.
Tiene un pequeño refugio adosado. Junto a la puerta luce su aguabenditera. Es de construcción sencilla.
Pocos metros más allá cruzamos en la pista un paso canadiense.
Cruzamos el puente sobre el río. Un camino se va a la derecha. El nuestro, el principal, tuerce a la izquierda y comenzamos a ascender y a trazar curvas.
Ahora el cauce irá quedando debajo a nuestra izquierda. El valle se estrecha.

A la derecha, en el ribazo, hay una fuente que incluso nos ofrece la jarrita para beber.
A partir de aquí se agudiza la pendiente. Hace aparición el hayedo y se adueña del lugar.
0:36 - El arbolado deja una zona abierta por donde vemos cercana la cresta de Beriain-Iyurbain.

A la derecha del camino surge una senda que arranca algo confusa sobre una tubería de conducción en la cuneta.
Por si hubiera dudas unos metros más allá coincide con el arranque de una ancha trocha de saca de madera que aprovecha por lo que parece, el trazado del viejo sendero.
Abandonando la pista en este punto nos metemos por el bosque en ascenso. Ganamos altura con rapidez.

Bifurcación. Por la derecha. Seguimos en fuerte ascenso. Sigue el hayedo, que nos va a acompañar prácticamente hasta salir a los rasos de altura.
Dos minutos después, en un pequeño rellano, seguimos una alambrada que llevaremos a nuestra derecha.

Nueva bifurcación. Por la derecha, sin separarnos de la alambrada.
1:03 - Otra bifurcación más y, de nuevo, por la derecha, rectos.

Después de que el camino se ha cerrado momentáneamente al atravesar una zona de hayas jóvenes (cerca de un pequeño collado), otra bifurcación donde también tomamos por la derecha.
Alcanzamos una zona donde descenderemos un poco después de recibir uno de los ramales que se ha separado anteriormente.
A la izquierda, entre los árboles, queda una caseta que parece ser de cazadores.

En una zona aclarada encontramos una amplia confluencia de caminos.
Tal como llegamos hemos de tomar el que sale justo enfrente en ascenso (con suelo herboso), sin tener en cuenta el principal que baja hacia la derecha.
Otra vez nos metemos bajo los árboles y volvemos a subir con fuerza.
Si la niebla no lo impide habremos visto sobre el arbolado las rocas de Peña Blanca sobre el bosque.

Otra bifurcación. Por la izquierda. El camino cambia por completo. Incluso hay un ligero descenso. El suelo lleno de hojas discurre bajo un bosque umbrío y maduro.
Pronto volvemos a subir. Paulatinamente el sendero se va estrechando y parece querer cerrarse. Se aproxima al borde de la sierra.

Paraje de Fagomotxeta.
Con una alambrada medio arruinada asomamos al borde del bosque en las cercanías de un portillo.
El paisaje cambiar radicalmente. Los rasos de Andía se abren a nuestra vista.
Por una vaguada herbosa nos acercamos a la alambrada límite del Parque Natural.

Junto al portillo tenemos una escalerilla.
Pasamos al otro lado y girando a la izquierda vamos avanzando por lo más alto, cerca del alambre, aunque no necesariamente pegados al mismo. En el horizonte, con sus rocas blanquecinas indicando la cima, tenemos Peña Blanca.
Buscando por los prados almohadillados de brezos y las piedras sueltas el mejor itinerario vamos ganando altura hasta coronar la altura.

Cima de Peña Blanca.
Buzón en forma de hexágono sostenido por ocho pequeñas cadenas que unían sus vértices a otro hexágono de pletinas exteriores.
Lo hemos visto, hace unos años, en bastante mejor estado.
Cerca tenemos una bella estela-recuerdo labrada en piedra arenisca.
La vista está dominada por la cercanía de Beriain y Leziza, además de la cima de Treku hacia el este. Al sur se extienden los lomos de Andía despejados. Al oeste las crestas rocosas que continúan hacia el túnel de Lizarraga.
No podemos mencionar mucho más puesto que el día que hemos documentado la excursión hemos estado rodeados de niebla.
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Bajamos ahora en el mismo sentido en el que hemos venido, pero orientándonos en diagonal hacia el suroeste. Así buscamos el camino que recorre la parte alta de Andía entre Goñi y el puerto de Lizarraga.

Alcanzamos el camino citado.
Tomamos dirección oeste por estas marcas que nos van a llevar cómodamente, casi en llano, hasta el túnel.
Enseguida podemos ver un desvío a la derecha, que busca el camino por el que hemos ascendido. Ahora seguimos rectos.

A la derecha se desvía un ramal hacia una borda cercana. De la misma baja una pista a la que nos tendremos que unir enseguida.
Podemos, si nos disgusta el suelo de grava, seguir senderos herbosos paralelos.
Pasaremos después (2:55 - 12,300 Km) por la doble balsa de Sarasa.

Balsatxiki.
Es más pequeña que las anteriores. La pista pasa junto a ella y anuncia las cercanías del túnel.
Poco más adelante...

La pista sube un poco entre rocas y gira a la derecha.
En este punto podemos atajar siguiendo rectos y bajando por pasillo herboso-pedregoso que baja hacia las bordas del túnel.
Al llegar a las cercanías de la borda más cercana vemos que hay una tapia baja.

Por la derecha podemos meternos hasta el paso canadiense que la salva para el paso de la pista, que tras dar varias curvas baja a este punto.
Al fondo vemos la incongruente herida de la cantera (todavía en explotación dentro del territorio de un Parque Natural).
Llegamos a la primera borda. Tiene servicio de bar donde es posible tomar algo, comprar queso, etc.
Al lado pasa la carretera Estella-Donostia que se mete a la derecha por el túnel de Lizarraga.
Para continuar nuestro recorrido vamos a atravesarlo por la carretera hasta el otro lado.

Conviene pasar por el arcén izquierdo.
Tenemos una estrecha acera que cubre los 240 metros de longitud del paso.
En la pared, nada más entrar, encontraremos la hornacina que vemos en la imagen.

A tres metros de la boca norte del túnel, por la izquierda, se desvía una senda que baja rápidamente por dentro del hayedo. Su suelo algo suelto y la fuerte pendiente nos obligarán a bajar con precaución.
Primero descendemos unos 200 metros pegados a las rocas de la zona superior. Después cambiamos de sentido y bajamos en diagonal por una zona de cascajo.

Cruzamos la carretera.
Enfrente el quitamiedos está abierto para permitir el paso a la senda que sigue atajando directa hacia Dorrao. Abajo, en el valle, vemos el pueblo.
La senda vuelve a bajar unos metros hacia la izquierda, pero luego se va apartando claramente.
3:53 - En un claro giramos hacia la derecha. El terreno es más llano y herboso.

Bifurcación.
El ramal izquierdo, más ancho, sigue recto. Por la derecha descendemos con rapidez hacia una curva de la carretera.
En pocos metros nos juntamos con otro camino ancho y girando a la izquierda llegamos a la curva.
Pero sin pisar el asfalto, donde empieza el quitamiedos, entre helechos, seguimos la senda que sigue descendiendo.

Otra vez asfalto.
Ahora es ya la derivación de la carretera que baja a Arbizu y pasa cerca de Dorrao.
No sigue la senda y hemos de continuar por el arcén descendiendo hacia la derecha.
Tres minutos después atravesamos un paso canadiense.

Cuando a la derecha de la carretera, cerca de una curva cerrada, encontramos una puerta de hierro cerrando un camino, podemos apreciar a la izquierda del arcén un atajo entre la hierba que, enfilando recto hacia Dorrao, nos permite evitar la curva.
Es breve pero nos ahorra unos buenos metros de asfalto.
Enseguida, en dos minutos, salimos otra vez, pero ahora ya en la recta que baja hacia Arbizu.

Cincuenta metros más de asfalto y pronto encontramos una clara desviación por la derecha que nos va a permitir bajar hasta el puente.
El camino ancho termina en una puerta de un prado, pero sigue recto como senda herbosa entre arbolado. Pronto desciende con regata a la derecha.

Junto al puente sobre el río Leziza salimos a la carretera que accede a la localidad.
Cruzamos el río y subimos hacia el pueblo.

De nuevo en Dorrao.
Fin del recorrido.