Piedramillera, un pueblo mirando al sur, hacia el sol y la luz, con espectaculares vistas hacia el resto de la Berrueza. A sus pies una gran superficie de tierras de cultivo, especialmente cereal y espárrago. Digna de verse cuando surge la primavera, cuando las colzas en flor forman auténticos dameros de color al mezclase con el negro de los plásticos que cubren las esparragueras y el verde del cereal. Enfrente, flanqueada por una sierra, destacan en lo alto la ermita de la Virgen de la Guarda y la Basílica barroca de San Gregorio Ostiense. A los pies Sorlada, en donde destaca la Iglesia de Santa Eulalia y más a la izquierda el señorío de Learza con su iglesia románica de San Andrés y varios quejigos singulares.
Piedramillera está protegido de los vientos del norte por las estribaciones de la Sierra de Dos Hermanas. Este recorrido que os proponemos va a atravesarla, por su zona más cómoda, para adentrarse en otra planicie, Valdega, atravesada por el río Ega.
La primera parte del paseo nos lleva entre encinares y grandes campos de cultivo salpicados por diversas naves ganaderas, hasta Legaria. Regresa por una cómoda pista asfaltada hasta la Balsa de la Mora, para desde allí volver a adentrarse en el encinar y regresar al punto de origen por el mismo camino de arranque del recorrido.
Este paseo, al igual que el que puedes ver en las siguientes páginas, sale del casco urbano por el noroeste, por el Camino del Puerto o Camino de Ancín, conocido también popularmente como “La calzada o la cañada”. Antiguamente enlazaba Piedramillera con un camino que venía desde Los Arcos y llegaba hasta las Améscoas. Datado a comienzos del siglo XIV, fue utilizado por carretas, rebaños de ovejas y personas, así como por los ejércitos que pasaban por aquí. Por él se llevaba el grano hasta el molino de Piedramillera a orillas del Ega. La actual carretera no existió hasta mediados del siglo XX.