Baquedano
Como sólo se puede aparcar en un lugar situado bajo el pueblo, iniciamos el recorrido desde este aparcamiento (cobran 2 € por vehículo).
Subimos hacia el pueblo y seguimos las balizas que indican «Reserva Natural del Urederra».
Alrededor podemos ver el Balcón de Pilatos, Larregoiko, Zudaire y otros lugares de las Améscoas.

Salimos del pueblo por la parte superior izquierda del mismo.
Una pista que tiene una señal de prohibición de la circulación para vehículos no autorizados.
Marcha en llano, con una tapia a cada lado. Arces, majuelos y matorrales de zonas húmedas.

Frente a unas hermosas encinas, rodeadas de algunas vallas de madera para impedir aparcamientos indebidos, la pista se divide en dos.
Por la izquierda realizaremos el regreso. Ahora vamos por el ramal derecho hacia una puerta metálica.

Cruzamos la puerta de hierro.
De inmediato, al otro lado, se va un camino en curva hacia la derecha.
Seguimos el que marcha al frente. Es de piso irregular, sometido al trasiego de ganado en épocas húmedas. Nos acompaña una alambrada por la izquierda.
0:20 - Hermosos ejemplares, muy longevos, de carrascas. El camino se empina fuertemente. El suelo es algo más regular.

A la derecha del camino hay una vieja aska. El agua se escapa del manantial que la alimenta y encharca algo el suelo.
Pocos metros más arriba el camino se vuelve casi llano.
Pasamos otra puerta de hierro y el bosque cambia de inmediato.
Estamos debajo del hayedo. Nos acompañará prácticamente hasta arriba.
Grandes rocas, desprendidas del borde superior de la sierra, salpican la ladera y hacen más interesante si cabe el paisaje que vamos visitando.
0:30 - Algunas sendas se marchan a ambos lados, especialmente hacia abajo. Pero mantenemos sin duda alguna el principal camino.
Al fondo se va definiendo el borde del Balcón de Pilatos.

Al tiempo que por la izquierda comienza a acompañarnos una alambrada, el camino se hace más ancho y se vuelve a empinar.
0:34 - (2,130 km) Portillo en la alambrada. Tiene una escalerilla a la izquierda.
Durante un buen rato la pendiente es suave y tendida. En el suelo del bosque aparecen brezos y genistas. Acompañan a las hayas numerosos arces. Abajo se escucha, procedente del otro lado del barranco, el sonido del agua del nacedero.

La senda se estrecha y se empina fuertemente. El suelo es de cascajo. El arbolado empieza a escasear.
Comenzamos a trazar eses para facilitar la ascensión. El sendero asoma a la zona superior, donde los árboles desaparecen. Sólo quedan los roquedos, los prados de altura y el vuelo de los buitres.
El paisaje a nuestros pies es espectacular. Enfrente tenemos cercana la línea casi llana del borde de la sierra.

A la derecha del sendero, en una curva, tenemos una pequeña meseta redondeada, herbosa, que constituye un excelente balcón para detenernos un momento a disfrutar del barranco que se extiende a nuestros pies.
Enfrente, además, se divisa con claridad la surgencia del Nacedero del Urederra.
A partir de aquí la ascensión que nos resta es muy corta.

En una recta final por el sendero herboso llegamos a la puerta, pintada en color verde en la alambrada, que nos permite pisar la parte superior de la Sierra.
Estamos en el Balcón de Pilatos. Una pista de grava pasa junto a nosotros. Una estaca indica el nombre del paraje: «Portuzargaina». Algo más allá un mojón esculpido presenta un haya encima de una letra L (Monte Limitaciones).
Nos vamos a desplazar hacia el oeste, a la izquierda. Pero lo haremos, para disfrutar mejor del paisaje, cerca del borde siempre que podamos. Por eso desechamos la pista y vamos por la hierba.
Hacia el norte aparecen las hayas sueltas y los prados. De hecho, no mucho más allá, se extiende el Gran Raso de Urbasa.
Cinco minutos después obligados por la alambrada y la vegetación hemos de caminar unos metros por la pista.

Junto a un viejo panel explicativo del que sólo queda la estructura podemos cruzar hacia la izquierda los alambres para ir avanzando cerca del borde (con precaución).
El balcón va trazando una amplia curva hacia la izquierda. Este lugar tan hermoso y tan sencillo de recorrer mantiene en el recuerdo viejas y no tan viejas historias, como el lanzamiento al vacío de militantes republicanos que fueron asesinados simplemente por sus ideas durante la Guerra Civil del 36.

La alambrada nos cierra el paso. Hemos de cruzar al lado derecho para continuar. Unos metros antes hay una escalerilla.
Enseguida (cuatro minutos después) encontramos unas marcas sobre la hierba que llegan en diagonal desde la derecha (el aparcamiento junto al alto de Urbasa).
Nos alejamos ya del cortado y nos vamos hacia allí (a la derecha).

Aparcamiento junto a la carretera. Lo atravesamos en dirección sur, acercándonos al asfalto (hacia el punto señalado en la imagen por la flecha).
Para llegar al siguiente punto podemos seguir cerca del arcén (a unos 10 metros a la izquierda) por sendas semicerradas que acaban en el mismo punto. Pero dado que son un poco confusas, lo más sencillo es dar la vuelta junto al asfalto hasta encontrar la desviación de la carretera de Limitaciones (véase la imagen siguiente).
Esta desviación se produce en una curva cerrada. Por el interior de la curva (enfrente de la desviación), entre los árboles, descendiendo por lo más bajo, nos desviamos para buscar, uniendo sendas, una alambrada semioculta (a unos doscientos metros hacia abajo), entre el arbolado y los matorrales (por la parte izquierda de la depresión es más sencillo encontrar el paso). Es el viejo camino de Zudaire a la Sierra.

Escalerilla en alambrada, en una zona umbría.
Al otro lado, entre hayas y rocas, se abre una senda con el suelo lleno de hojarasca que baja trazando un vertiginoso zig-zag.
Pronto deja de descender y se desplaza a la derecha, en dirección sur, para llegar a otra zona donde vuelve a bajar rápidamente, también trazando eses.

Senda del Nacedero. Es la que parte de una curva cerrada de la carretera del puerto, en el ascenso desde Zudaire.
Girando a la izquierda comenzamos a acercarnos al fondo del barranco.

Fuente en medio del sendero. Acondicionada con un tubo de acero inoxidable del que mana el agua directamente al camino.
La vegetación, con la protección del roquedo, se hace exuberante. Además del hayedo crecen a nuestro alrededor numerosas especies vegetales que aprovechan el microclima. Aparece toda la gama de helechos de zonas templadas.
Vamos descendiendo de forma sensible, a veces incluso exigiendo algo de precaución con nuestros pasos.

Por la derecha llega un camino en llano. Mantenemos la marcha.
Son varios los caminos que llegan por este lado, pero no cambiaremos en ningún momento de dirección.
2:13 - La senda se divide en dos. Iremos por el ramal derecho (por abajo). El otro sube a una vieja instalación. Debajo encontramos un pequeño murete y una surgencia habitualmente seca.

Después de superar una pequeña y estrecha pasarela de cemento, llegamos al Nacedero del río Urederra.
Espectacular salto del agua, que aflora desde varios agujeros en la pared y forma el río. Las aguas van cayendo en saltos que después vamos a visitar, con bellísimos parajes a lo largo del regreso.
Este es uno de los numerosos afloramientos de la red subterránea de aguas que alberga la sierra de Urbasa. Hoy en día es el más visitado y conocido. Toda la zona está protegida bajo la figura de la Reserva Natural del Urederra, dentro de la cual transcurre más de la mitad de este itinerario.
Podemos ver el lugar desde diferentes alturas, pues son varias las sendas que suben por la ladera o las que se acercan a las cascadas.

Regresaremos ahora a Baquedano junto al cauce del río. Para ello observaremos, al volvernos, que después de volver a cruzar la pasarela de cemento, a escasos metros, sale un ramal hacia la izquierda que desciende rápidamente hasta un puente de madera.
Si hacemos este recorrido en fin de semana o día festivo, notaremos la gran afluencia de gente que recorre este último tramo, acondicionado para todo tipo de visitantes.

Atravesamos la pasarela. Recomienda un cartel no estar más de 8 personas sobre ella al mismo tiempo.
Debajo vemos cómo comienzan los saltos de agua del río recién nacido.
Al otro lado las sendas van acompañadas de unas barreras hechas con madera y cuerdas. Se aconseja no pasar al otro lado de las mismas. En realidad no es necesario, pues la vista sobre los diferentes rincones no tiene por qué cambiar mucho.

El camino tiene muchísimas sorpresas en sus múltiples recovecos. Sorteando árboles, sorprendidos por las cascadas, los increíbles colores azulados del agua, los rincones vegetales, la aparición de agua por todas partes y, cómo no, la afluencia excesivamente numerosa de turistas, vamos descendiendo sin prisas por la orilla izquierda del río.
No debemos olvidar en todo momento el respeto que la zona exige.
Hayas, arces, sorbos, majuelos, alisos, fresnos… Todas las especies amigas de la humedad aparecen por doquier.
Numerosas sendas se entrelazan y permiten ir visitando las orillas. De vez en cuando nos sorprenden, en medio de las aguas transparentes, las truchas que habitan este tramo.

Bifurcación.
Cruzamos una alambrada por un paso tipo «burladero» y seguimos por la derecha, cerca del río. Por la izquierda sube una pista hacia el monte.
Durante un rato seguimos disfrutando del paisaje.

Alambrada. Paso tipo «burladero» parecido al anterior. Así no es necesario abrir la puerta que hay junto al mismo.
El bosque se despeja y el camino comienza a alejarse del río.
Enseguida ascendemos.
La pista en que se convierte el camino sube ya hacia el pueblo entre arces, robles y grandes rocas. Llevamos alambrada a la derecha. El paisaje se abre hacia el valle.

Paraje de «Gurpide».
La pista gana altura trazando una ese.
Tres minutos después (10,870 Km) tenemos a la derecha un panel explicativo. Por la izquierda se junta otra pista con la nuestra. Juntas atraviesan una puerta de hierro.

Por la izquierda desciende el camino del Puerto Viejo que hemos tomado al iniciar el recorrido.
Entre los dos quedan las hermosas carrascas antes citadas.
Cinco minutos después llegamos al pueblo.

Por el centro, pasando junto al frontón y la iglesia, desandamos el recorrido a través de las calles. Así llegamos al aparcamiento bajo la localidad de Baquedano.
Fin del recorrido.