BAIONA - PAMPLONA A PIE
Esta es la crónica de un viaje de seis días a pie entre Baiona y Pamplona.
Queríamos probar que un itinerario como éste es perfectamente factible. Que el Camino de Santiago de Baztan puede realizarse sin grandes impedimentos, y de paso recopilar aquellos elementos que puedan facilitar, a quien desee repetirlo en el futuro, la intendencia de un recorrido como éste.
¿Se puede hacer? Claro que sí. Y sobre todo, se puede disfrutar.
Si no conoces este Camino, aquí puedes consultar la descripción de las etapas:
TOPOGUÍA EN RUTASNAVARRA
1. Baiona - Ustaritz 4. Amaiur - Berroeta 2. Ustaritz - Urdax 5. Berroeta - Lantz 3. Urdax - Amaiur 6. Lantz - Trinidad de Arre (o Pamplona) Puede que cuando leas esto ya esté disponible también en Rutas Navarra la variante que desde Berroeta asciende Belate sin pasar por Almandoz, atravesando varios kilómetros de espléndido bosque de castaños y hayas sin pisar núcleo alguno de población en 15 kms.
En la crónica que te narramos, sin embargo, hay algunas alteraciones obligadas por las circunstancias, sobre todo por la disponibilidad de alojamientos. Pero básicamente el plan de viaje trató de ajustarse a lo establecido.
Pasos previos - Preparar el viaje y el alojamiento 1ª JornadaDe Baiona a Souraïde 2ª JornadaDe Souraïde a Urdax 3ª JornadaDe Urdax a Amaiur 4ª JornadaDe Amaiur a Almandoz 5ª JornadaDe Almandoz a Lantz (Ventas de Arraitz) 6ª JornadaDe Ventas de Arraitz a la Trinidad de arre Datos prácticos Cómo preparar la mochila
Pasos previos - preparar el viaje y el alojamiento
A lo largo del Camino de Baztan, en este momento, no hay una infraestructura de albergues equivalente a lo que podemos encontrar en los ya «oficiales».
El único albergue de peregrinos establecido es el de Amaiur. Lo ha puesto en marcha la Asociación de Amigos del Camino de Urdax-Baztan y el auzolan de los vecinos de la localidad. En la Posada de Amaiur, lugar de reunión del vecindario, en el centro mismo del pueblo, se ha acondicionado la planta superior de forma que los peregrinos tienen a su disposición una amplia sala con camas, duchas, sala de estar, etc.
El albergue está francamente bien. Pero de momento es el único en marcha. Por supuesto hemos de contar con él a la hora de planificar nuestro recorrido.
Está a punto de iniciar su construcción el de Urdax, que se ubicará en el sobreclaustro del monasterio.
También es posible aprovechar la infraestructura del albergue juvenil de Lekarotz.
En el resto del camino hay que pasar la noche en pensiones, hostales, hoteles, campings... El mayor problema se crea, por el momento, en los alrededores de Lantz. A no ser que vayamos en grupo algo más numeroso no parece lógico pensar en casas rurales. Y hostales o pensiones no existen en el pueblo, ni tampoco en Olagüe. Por ello la alternativa que me planteé fue la de acudir a la venta de Juan Simón (Ventas de Arraitz). Luego contaremos las vicisitudes de esta elección.
Lo que sí tenía claro es que había que reservar con antelación todos los puntos donde dormir. Supone mucho riesgo, después de un día de caminata, encontrarnos con problemas de hospedaje y empezar a deambular, con el cansancio acumulado en el cuerpo, para gestionar un lugar de descanso.
En cuanto al viaje hasta Baiona para iniciar el recorrido, en principio no hay mayor problema: el autobús de línea, «La Baztanesa» parte a las 8,00 de la mañana de Pamplona a Irún. Y después, acercándonos con el popular «Topo» podemos coger un tren (10:29 horas) en la estación de Hendaya que en media hora nos deja en Baiona. Luego veremos qué sucedió en la práctica.
ENCONTRAR ALOJAMIENTO MÁS ALLÁ DE LA MUGA
Cuesta lo suyo encontrar alojamiento en las localidades bajonavarras del Camino cuando, como yo, no se domina el francés.
Luis Mari Ruiz, de la Asociación de Amigos del Camino de Urdax-Baztan, me facilitó una serie de teléfonos que a su vez le había indicado Antonio (otro entusiasta miembro de la misma asociación) desde Urdax. Yo había conseguido algunos a través de Internet. Empecé, con un mes de tiempo, utilizando el correo electrónico con aquellos cuya dirección figuraba en su página web o aparecía en las de las agencias que mostraban direcciones. Sin embargo nadie contestaba al mismo. Parece que los pequeños establecimientos hoteleros no utilizan mucho las nuevas tecnologías (siempre habrá excepciones, claro).
Pasé al fax. Así probé con el Hotel Le Fronton. Éste tardó dos días en contestar, y lo hizo para decir que el establecimiento estaba cerrado desde Abril. De los que me quedaban había uno que en su página web decía hablar «anglais - espagnol». Sin embargo al intentar contactar por teléfono no hubo forma de entenderse. Más vale que vino en mi ayuda mi hermano, que vive en Francia y estaba por aquí por la comunión de mi hija. Llamó y le dijeron que en Ustaritz se celebraba una boda el sábado, día en el que pensábamos dormir en la localidad y que probablemente habría dificultades.
He ahí la cuestión. No hubo forma de encontrar un sitio libre (con 10 días de antelación). ¡Cambio de planes! Examinando el recorrido no quedaba más que una opción. Alterar la primera etapa y prolongarla diez kilómetros más, hasta Souraïde.
Allí había dos opciones: el Hotel Galzagorry y el Hotel Bergara. En el primero conseguimos, por fin, encontrar una habitación.
Otros puntos que reservé telefónicamente fueron:
Hotel Irigoienea: Urdax - El propietario es miembro activo de la Asociación de Amigos del Camino de Urdax-Baztan.
Hostal Beola - Almandoz - Al pie del puerto de Belate. En Berroeta sólo hay una casa rural.
Venta Juan Simón (Ventas de Arraitz). En la carretera general N-121 (a dos kilómetros y medio en línea recta desde Lantz). Para llegar hasta allí desde el pueblo miré en el SITNA y señalicé con el GPS lo que parecía sobre el terreno un camino que unía ambos lugares. Descargué el track y lo guardé en mi aparato. Mi intención era recorrerlo y narrarlo después en RutasNavarra, incorporándolo como un apéndice a la etapa Berroeta-Lantz ya publicada.
Ahora paso a contaros lo sucedido en cada jornada.
Paco Benlliure, valenciano, es un gran amigo. Nació nuestra amistad un buen día de septiembre de 2001 en Burgos, camino de Santiago (a pie). Desde entonces nos hemos juntado más de una vez, y espero que ésta no sea la última, para patear juntos nuevos itinerarios jacobeos.
Este año, después de probar un tramo de la ruta del Norte, entre Irún y Santander, Paco me prometió que en primavera íbamos a intentar la experiencia de hacer el Camino de Santiago de Baztan entre Baiona y Pamplona. Tenía ganas de conocerlo. Las rutas que fuimos publicando en esta página le atraían. Así que ajustamos las fechas, me encargué de la intendencia previa, y el viernes, 21 de mayo, mi amigo apareció en la estación de Pamplona. Lo que os contamos a continuación es nuestra experiencia. En conjunto muy grata. A estas alturas ya me ha dicho Paco que tiene a una legión de valencianos dispuestos a venir a recorrer estos caminos baztaneses.
¡Cómo no!
Lo que os cuento intentará ser lo menos pesado posible (si es que es posible). Intentaré incidir en aquellos aspectos prácticos que puedan ser de utilidad a quien desee repetir la experiencia. Iniciamos el relato:
Sábado, 22 de mayo - El viaje desde Pamplona
8:00 - La Baztanesa parte hacia Irún desde la Estación de Autobuses de Pamplona. El billete se adquiere directamente al subir al autobús. Lo expide el propio conductor. La partida es muy puntual. El viejo reloj sobre el arco de salida de la estación señala exactamente las ocho.
Vamos muy tranquilos. Yo calculaba que, si en poco más de una hora es perfectamente factible llegar a Irún en un vehículo particular, el autobús no tenía por qué tardar mucho más. Pero... no contaba con las paradas en los pueblos de la ruta.
Primero se dirige al centro de Burlada. Hace una parada y después otra en Villava. Finalmente sale a la carretera general pero tras la rotonda del cruce con la variante Este vuelve a entrar en Arre... Ostiz, Olagüe...
9:00 - Nos desviamos al bajar Belate, dejando la variante recién inaugurada y recalamos en Oronoz Mugaire. Paradita algo más larga para el transbordo de los que se marchan en dirección Elizondo. Pregunto al chófer, ya un poco intranquilo, pues las cuentas comienzan a fallarme. No, no se preocupe. En una hora más estamos en Irún... Bueno, todavía nos quedaba un margen de 1/2 hora... Pero, y aquí llegaba la siguiente cuestión. ¿A qué distancia nos deja de la estación de Hendaya? Se lo pregunto. No hay problema. Paramos junto a la estación del «Topo» (Euskotren), que en cinco minutos os lleva hasta el tren de Hendaya. Bien...
Después de entrar a Santesteban, Sumbilla, Lesaka, llegamos a Bera...
9:55 - El autobús entra en la localidad y llega a la parada. Al abrirse la puerta suben unas cuantas señoras «de punta en blanco». Una de ellas está muy apurada: Oiga. ¿Podría esperar cinco minutos? Es que vamos a una boda y los hijos, por más que les he metido prisa, no hay forma de que se levanten a tiempo. Ya les he dicho que se les iba a escapar el autobús. Como veía que llegaba la hora me he venido yo. La mujer, muy nerviosa, no para de lamentarse. El chófer, buena persona, se lo toma con calma. Nosotros a callar.
10:03 - Por fin aparecen los muchachos. Su hermana, que ha ido a buscarlos, viene con cara de pocos amigos, unos metros por delante de ellos, que llegan al paso. La amiga le comenta a la mujer: No les digas nada que será peor... Los muchachos, tranquilos ellos, dicen ¡Buenos días! y se van derechos al fondo del autobús.
10:10 - Tras una parada previa llegamos a la estación del «Topo». Bajamos al andén. En la pantalla dice que el próximo pasará a las 10:17. Nos aseguran que sólo tarda cinco minutos en llegar a Hendaya.
10:19 - Llega el tren. Efectivamente, tarda 4 - 5 minutos.
10:24 - Llegamos a Hendaya y antes de bajarnos ya vemos nuestro tren TGV ocupando el andén. Todo se te pasa por la cabeza. Como es el día de la boda real, tengo miedo de que en la aduana empiecen a pedirnos DNI, pasaporte, etc, con la cola consiguiente.
Corremos con la mochila encima. Mis temores no se confirman. No hay ningún control en la frontera. Entramos al andén con el billete en la mano. Más vale que lo había adquirido por Internet y la Red Francesa me lo había enviado por correo a casa.
El tren es larguísimo. Dice el billete que nuestro coche es el número 10. Estamos junto al 15. ¿Izquierda o derecha? ¿Cerrarán las puertas dos minutos antes de arrancar?
Vamos a la derecha y acertamos. El siguiente es el 14... Después hay dos locomotoras enganchadas en medio de los vagones. Corremos más. El 13, el 12... La lengua afuera...
10:27 - Encontramos nuestro vagón. Entramos, nos sentamos, colocamos las mochilas en la parrilla y el tren... arranca.
Todavía con el resuello en el cuerpo. Se me pasa por la cabeza que si hubiera dejado la adquisición del billete para cuando llegáramos a la estación, probablemente hubiéramos tenido que esperar al siguiente (a las 13:30).
BAIONA
En medio de Baiona el río Nive (primer plano) une sus aguas al Adour poco antes de llegar al mar
Cardenal Lavigerie11:05 - La estación no está excesivamente alejada del centro de la ciudad. Queda al otro lado del cauce de los dos ríos que llegan a la localidad. Al salir cruzamos primero por el puente sobre el Adour, y después sobre el Nive, del que vemos sus últimos metros antes de desaguar en el primero.
Paco queda impresionado por el caudal de los mismos. Le cuento cómo, además de la especial configuración del relieve francés, que recoge las lluvias de los vientos que llegan del Atlántico a los Pirineos desde el Norte, se les suma el relieve, y en Larra, por ejemplo, todos los caudales que se filtran por el karst, desaguan prácticamente hacia el norte por la disposición inclinada hacia allí de los estratos impermeables que quedan debajo. De esa forma el río Belagua, inicio del Esca, recoge un mísero tributo de la gran nivosidad que se acumula en su cabecera. Mientras tanto, al otro lado, la cuenca del Adour se lleva la parte del león.
Vigilante sobre la orilla de estos ríos nos sobrecoge la imperativa presencia del cardenal Lavigerie en su pedestal. Pasado el puente sobre el Nive nos adentramos en el casco antiguo.
Por las calles de BaionaLas torres de la catedral gótica apuntan al cielo al fondo de las calles. Reina una animación festiva. Allá por donde pasamos vemos muestras de degustación callejera en la puerta de las chocolaterías. ¿Se celebrará el día del chocolate? Apetitosos pasteles, bombones, trufas... se exponen al paso de los viandantes.
Junto al mercado hay también un rastrillo de frutas, verduras y ropas. Al entrar al interior nos sorprenden desde la barandilla del primer piso con una coral que canta en euskera animando la mañana. ¡Ni que estuvieran celebrando nuestra partida!
Hay gente por todas partes. Es sábado, y todo tiene esa mezcla en la que participan por igual la holganza y el disfrute de la mañana libre aderezados con la compra del fin de semana. Entre una cosa y otra nos da pereza iniciar el camino. Hace un rato que han dado las 12 y tenemos que tomar una decisión. Se está muy a gusto, pero hay que iniciar el recorrido. Nos quedan veinticinco kilómetros por delante para el resto del día.
Hace calor. El ambiente está algo pesado, pero después de un rato de visita obligada al interior de la catedral, adquiero un paraguas de bolsillo en un puesto callejero (por si las moscas), compramos un par de bocadillos, nos ajustamos las mochilas y... marchamos ribera adelante.
De Baiona a Souräide (la etapa inicial)
Sin dejar la orilla del Nive, que pasa junto al mercado, nos vamos alejando del centro, río arriba. Pronto queda, casi sin sentirlo, el casco urbano detrás de nosotros. Después viene la transición por una zona deportiva, pasamos bajo algunos puentes (autopista, ferrocarril) y nos internamos en el ambiente rural, salpicado aquí y allá de algunos chalets.
Nuestro primer pecado. ¡Ni que fuéramos principiantes! Nos hemos despistado con tanto jolgorio y no hemos llenado la cantimplora antes de salir. Esperamos encontrar alguna fuente. Se hace de rogar, pero al final, en una caseta en obras, hay un grifo del que podemos conseguir el agua. Nunca hay que fiarse.
Hasta Ustaritz el camino no se aleja del río. Es una cinta de asfalto, estrecha y peatonal, que sigue fielmente el recorrido fluvial. El desnivel es nulo. Así que el único problema puede ser que, después de 14 kilómetros, se recalienten algo los pies cuando el día, como hoy, está plomizo y tormentoso. Y es que el cielo nos amenaza, pero el núcleo de la tormenta parece marchar siempre delante de nosotros. Oímos de vez en cuando amenazantes truenos, pero la raya entre el cielo oscuro y el sol sigue siendo amiga nuestra.
Sobre el kilómetro diez nos paramos en unos bancos que están a la sombra de una alameda y damos cuenta de los bocadillos que hemos comprado en Baiona. Nos saben a gloria. Mientras tanto le dejamos a la tormenta a que se aleje un poco más, tierra adentro.
Vuelta al camino. Sí que hay una cosa que me mosquea un poco. Recuerdo que la primera vez que pasé por aquí, cuando documentamos la ruta, no nos cruzamos con ningún vehículo. Hoy, sin embargo, sin ser numerosos, hemos tenido que apartarnos al paso de algunos coches.
La explicación la encontramos al final, cuando la cinta de asfalto se separa del río. La piedra que se puede ver en la foto que obtuve hace un año ya no está en el centro. Ha hecho un esfuerzo y se ha retirado cortesmente, por propia iniciativa, a un lado del camino.
Piedra con buena educaciónA partir de aquí, ya muy cerca de Ustaritz, nos vamos a la derecha y subimos un pequeño repecho para descender de inmediato y entrar en la localidad.
15:30 - Nos merecemos un descanso. En una terraza del centro de Ustaritz nos tomamos una caña a la salud del Camino.
16:10 - Retomamos la marcha. Pasamos junto a la iglesia y después junto a la zona comercial. Como es sábado por la tarde ya está cerrada. Hemos dado cuenta en este punto de la primera etapa y empezamos a caminar por la que está definida como segundo tramo en RutasNavarra. Nos quedan diez kilómetros hasta Souraïde.
En cuanto salimos de Ustaritz notamos cómo el suelo está húmedo. Aquí ha descargado ya la tormenta. Después nos enteramos de que hacia el sur ha llovido bastante. Cuando llamo a casa me dicen que en Pamplona ha caído una buena. Pero nosotros no la hemos tenido que sufrir.
Dado que el inicio de esta etapa tiene bastante asfalto, esta humedad nos viene bien para los pies, que ya no se recalientan tanto.
Tengo que tomar algunas notas para actualizar la descripción en RutasNavarra. Un cartel que citaba en el recorrido ha desaparecido. Pero básicamente lo principal sigue ahí y la ruta impresa, que llevo conmigo y voy cotejando, es suficiente para sacarnos perfectamente de cualquier duda. Le pido a Paco que durante un rato marche por delante y la vaya consultando, pues no es lo mismo que la siga el propio redactor o una persona que tiene que interpretar sus notas y ha de pasar por el lugar por primera vez. No parece que haya ningún problema.
Otra cuestión es que, a pesar de que los Amigos del Camino de Santiago de Pirineos Atlánticos se han esmerado en señalizarla, sus marcas se mezclan con otras de pequeños recorridos, desgraciadamente pintadas también en color amarillo. En muchos casos estas marcas adicionales indican justo la dirección contraria a la que nosotros debemos tomar. ¡Sirva de aviso para navegantes! Esto se agrava en algún caso en el que la placa colocada por la Asociación ha sido girada de tal forma que no señala ni izquierda ni derecha, sino hacia el cielo.
Ahora el camino es más ondulado. Hay subidas y bajadas, nunca excesivamente largas o penosas. Aporta su pequeña ración de emoción el paso de una regata por unos anchos raíles de hierro situados metro y medio por encima del agua.
Souraïde aparece, con su caserío diseminado, bajo el camino. Se divisa bastante antes de llegar.Llegamos a Souraïde sin contratiempos. Hemos de desviarnos del camino para subir hacia la iglesia. Justo detrás están los dos hoteles, el Bergara y el Galzagorri. En este último hemos reservado alojamiento y al fin llega el momento del descanso.
Nos reciben con mucha amabilidad. El lugar es hermoso y plácido.
Nuestros primeros kilómetros ya han caído. Y el ritual se cumple: Nos quitamos las botas. Revisamos los pies y les damos el visto bueno. ¡Todo perfecto! Hasta mañana.
2ª JORNADA - Domingo 23 de mayo
Por las condiciones de alojamiento del día anterior, los kilómetros que vamos a hacer hoy no sobrepasan los diez. Es un día suave, sin mayor complicación. Nos lo podemos tomar en plan turístico, relajado.
Es domingo. El desayuno no es muy madrugador. El día amanece limpio, fresco y despejado. Ni rastro de la tormenta del día anterior. El tiempo promete portarse bien.
Y así es. Al salir del hotel hemos de desandar la cuesta de la iglesia para tomar a la entrada del pueblo a la derecha, por el «Chemin de Xapitalea - Xapitaleko bidea». Sigue un rato de asfalto en ascenso. Como la parte final de ayer, hoy tocan también suaves ondulaciones y el ascenso al alto de Pinodieta. Más allá se acaban las carreteras y seguimos, por fin, por caminos de tierra, faldeando en las laderas del monte Erebi.
Se vuelve a repetir la confusión del camino con otros recorridos. Especialmente hay un cruce (unos 300 metros después de pasar un paso canadiense), en el que la marca del Camino de Santiago no aclara nada, pues indica justo hacia el cielo en medio de la encrucijada. Lo correcto es ir por la izquierda. Sin embargo hay señales amarillas que indican a la derecha. Incluso por la izquierda han pintado también en amarillo un aspa (señal de «¡Por aquí no!»), y para más inri, se ve abajo a la derecha, en el valle, la localidad de Ainhoa. ¡Pues no! No hay que tomar en descenso a la derecha, sino en ligero ascenso a la izquierda. Todo lo contrario de lo que parece. Incluso Paco me interroga y se plantea si el camino que le señalo será el correcto.
Pronto, después de alcanzar una máxima altitud de 300 m empezamos a descender. Cruzamos una regata y nos metemos entre castaños...
Ainhoa pronto aparece bajo nosotros. Una borda que hace un año estaba empezando a poner los cimientos está casi terminada y ahora la están forrando con piedra por fuera.
De haber hecho la etapa desde Ustaritz hubiéramos parado en algún bar a descansar, pero estamos todavía muy frescos. Así que seguimos. Tenemos ganas de cruzar Dantxarinea.
Pronto llegamos. Allí, para las ventas fronterizas, no hay domingo de descanso. Están más animadas, incluso, que en días laborables. Todo es un tráfago de cajas de licores, coches que repostan gasolina a precios ibéricos, compras casi al por mayor...
Luego, en Urdax, nos enteraremos de que la proyectada senda que, desde la misma frontera, salva el arcén de la carretera, ya está prácticamente preparada. Sólo les falta pintar el recorrido para indicar el paso a los peregrinos. Nosotros, como no lo sabíamos todavía, hemos soportado los mil doscientos metros de arcén que tenemos hasta la desviación junto al km.79 de la N-121B.
¡Relax! Ya no veremos el asfalto en mucho tiempo. La senda herbosa es un paraíso. Nos acercamos hacia la regata Ugarana que, como le recuerdo a Paco, también se lleva el agua hacia el Norte. ¡Pues vaya! Para un valenciano, hortelano como es él, el tema del agua que se escapa hacia otros lares resulta especialmente sensible.
Ahora sí. Junto al puentecillo peatonal que comunica la senda con el barrio de Leorlas nos paramos a almorzar. Conviene comentar que en dicho barrio está la entrada de las cuevas, y que para quien no las conoce es una opción obligada. Así que es perfectamente factible desviarse del camino y acercarse a las mismas...
Cuevas de UrdaxNosotros disfrutamos un rato del lugar mientras echamos buen trago de agua para acompañar las cuatro cosas que ayer tarde compramos en una tienda de Souraïde.
Portada de su vivienda
G. IruinPoco nos queda ya de camino. Y además, para el final, lo mejor. Después de tomar la cinta de cemento que marcha hacia el barrio de Iribere disfrutamos de los relajantes paisajes que se extienden por los prados hacia la casa natal de Pedro de Axular; y llegamos después a los alrededores de la casa de Genaro Iruin. Gozamos de su exposición al aire libre, de sus animales, de la mesa-brújula que ha tallado junto al camino, buscamos las setas de piedra que, como pequeños tesoros, yacen escondidos entre las hierbas.
Detalle en el brazo de un banco - G. IruinAsí, sin prisas, arribamos al hotel Irigoienea de José Miguel Pardo.
Este pequeño hotel, con su certificado «Q» de calidad, es una auténtica «fantasía-capricho» de sus propietarios.
Adquirido el edificio, quemado en tiempos de la guerra de la Convención por los franceses, fue reconstruído sobre su esqueleto con un mimo exquisito. Nos muestra José Miguel por la noche el álbum de fotografías que guarda de las obras del edificio. Tenemos aquí un alojamiento que puede catalogarse de paradisíaco. Rodeado por paisajes verdes, cerca del casco urbano y el monasterio de Urdax, está lleno de detalles que hacen la estancia un auténtico deleite.
Hotel rural «Irigoienea»Muy recomendable.
Hemos llegado a Urdax precisamente en el último día de fiestas. José Miguel nos informa del programa que todavía podemos disfrutar.
Así que comemos en Indianoabaita, junto a la plaza, y después de una buena siesta, a las 18,30 tenemos oportunidad de ver una competición de sokatira. Casualmente participa el equipo de mi barrio (Txantrea), y uno no puede evitar sentir el gusanillo de hacer de forofo. No está mal la participación. Llegan a la final y quedan los segundos, por detrás de Lesaka.
Paco cae en la cuenta de que la sokatira que les hacían practicar en el colegio (en Valencia) de los Salesianos, era seguramente un deporte fomentado por unos frailes navarros que les daban clases.
El equipo de la Txantrea en pleno esfuerzoDado que es domingo por la tarde, el resto de los lugares interesantes están cerrados. No podemos visitar el monasterio y el molino; así que tampoco nos animamos a irnos hasta Leorlas, no vaya a ser que encontremos cerradas también las cuevas. Pero no faltan atractivos. Nos damos una vuelta por varios caminos. El agua llega en varias regatas que bajan en todas direcciones y pasa por el centro de Urdax. En medio, estratégicamente, se situa la fuente.
Fuente de la plaza de UrdaxAllí mismo mueve todavía las ruedas del molino, donde cuando es posible la visita se puede ver de forma práctica y real cómo se hacía la molienda; incluso puedes llevarte algo de la harina allí mismo obtenida.
Volvemos a Irigioienea al caer la tarde y José Miguel nos prepara un estupendo tentempié que tomamos en la terraza acristalada mientras la noche se apodera suavemente del paisaje que nos rodea.
Lunes 24 de mayo
No tenemos tampoco hoy excesiva prisa, pues aunque el camino sea más exigente (hay que ascender y descender Otsondo), la distancia también es bastante corta.
Tomamos un buen desayuno antes de salir y nos despedimos de Urdax. Nada más iniciar el camino es de obligada visita la calera que hay junto al camino y que ha sido recuperada por los vecinos. Su conservación es excelente. Está muy cerca del puente medieval que da salida por el interior del monasterio a lo que puede ser el itinerario en el futuro. Este puente salta además el límite entre Urdax y Baztan.
Vista de UrdaxY entramos en tierras de Baztan, pues hasta aquí mismo llega su término. Nos desviamos un momento para llenar la cantimplora en la fuente de los Monjes, junto a la regata Ikatzate. Regresamos al cruce e iniciamos la ascensión de Otsondo. El día es extraordinario y el paisaje esplendoroso. Conforme vamos ascendiendo nos volvemos hacia atrás para admirar los alrededores de Urdax.
Paramos un momento junto a un búnker en desuso para echar un trago de agua. Mientras estamos allí nos sorprende el deambular de un erizo al que los moscardones se le meten entre las púas. No sabemos si tal cosa es la que le hace pegar bruscos saltitos. La verdad es que siempre había visto estos animales, desgraciadamente, aplastados en el asfalto de la carretera, pero nunca vivos.
Hemos tenido bastante suerte estos días en cuanto a la observación de animales en libertad. Además de un erizo hemos podido ver ciervos, culebras, ardillas, lagartos, zorros, numerosas especies de rapaces...
El Camino junto al alto de OtsondoTras un primer rato de ascensión sostenida el camino hace un descanso, marcha un rato más o menos llano y después vuelve a ascender por las laderas arboladas de un barranco para llegar justo a los merenderos que hay junto al alto de Otsondo. Allí es obligada la parada. Hay que aprovechar las mesas y bancos, amén de servicios y lavabos muy bien conservados.
Después cruzamos la carretera e iniciamos el descenso hacia Amaiur. Pronto aparece la cima de Hautza dominando el horizonte. Descendemos entre prados invadidos en parte por la tóxica pero vistosa Dedalera (Digitalis purpurea). Cruzamos un sencillo puente de tres troncos cerca del caserío Arotzenea y algo más abajo llegamos a la pista cementada que nos acerca hasta Amaiur. Conforme llegamos vemos asomar el monumento (obelisco) sobre el promontorio cercano al pueblo que conmemora la última batalla por la independencia del reino de Navarra frente a las tropas de Fernando el Católico.
Un descanso en Pilereko ermite y bajamos al albergue.
Pilereko Ermite (Ermita del Pilar)
Recientemente restaurada en «auzolan»El albergue de Amaiur, como decimos en algún otro sitio, es el primero que ha conseguido habilitar la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Urdax-Baztan.
Con la colaboración de todos los socios han realizado una gran labor. Hoy en día es el único en este itinerario, pero pronto le acompañará el del monasterio de Urdax.
Nosotros, no podía ser menos, teníamos que hacer honor a la instalación.
Está situado en el centro del pueblo, sobre la sociedad, dentro del edificio de la «Posada».
Dado que apenas es utilizado, al avisar de que íbamos a pasar, nos han dejado abierto para cuando hemos llegado.
Después de ducharnos y descansar hemos ido a comer a Mendialde (en la carretera), ya que el bar, por ser lunes, está cerrado. Han sido casi dos km de asfalto, pero hemos comido muy bien. Para volver hemos tomado el atajo que salva la carretera y así nos hemos situado enseguida otra vez en Amaiur.
La fuente, a la izquierda del frontal de la ermita de San Miguel, tiene como vaso una gran vieira metálica. El motivo se reproduce en la columna de piedra que la soportaDespués de echar la siesta ha aparecido, a media tarde, Luis Mª Ruiz, de la Asociación, que nos ha hecho de «cicerone». Nos ha llevado a Arizkun para que Paco conociera la variante del camino que mañana no vamos a realizar (iremos por la otra, por Urrasun). Así hemos hecho una visita al palacio de Ursúa , la ermita de Santa Ana que queda enfrente, y la de San Miguel. Es tremenda la leyenda que José Dueso recoge sobre el señor de Ursúa en «Nosotros los vascos. Mitos, leyendas y costumbres - Tomo I - Mitología» (Editorial LUR, páginas 376 a 378), y que Luis Mari me ha facilitado. En ella los dos edificios forman parte del escenario de tan tremendo suceso.
Luego Luis Mari nos ha invitado a unas cañas y hemos quedado en que vamos a cenar juntos.
Así hemos tenido la grata sorpresa de la visita de Victoriano y Juan Mari, también miembros de la Asociación. Esta gente es una auténtica maravilla. Nos han invitado a cenar y después Juan Mari, que es de Amaiur, nos ha traído de nuevo al albergue. Decir ¡gracias! se quedará siempre corto.
Mañana nos espera la etapa por el valle. Resultará bastante más larga. Así que a la cama rápidamente.
Martes, 25 de mayo - 4ª JORNADA
El día amanece tan límpido como los anteriores. Como es temprano encontramos el bar de Amaiur cerrado, pero no importa. Decidimos que lo haremos en el mismo sitio que cenamos ayer, en las afueras de Arizkun. Así que cargamos la mochila y, después de dejar en orden el albergue y revisarlo, partimos.
La primera parte es ya de por sí muy hermosa. Después de cruzar la carretera general el camino nos introduce por sendas rodeadas de lajas de piedra en medio de zonas boscosas, entre castaños y prados. Sin apenas ascenso visitamos el barrio de Urrasun de Azpilkueta, que aun llamándose así, pertenece eclesiásticamente a la jurisdicción de Amaiur. Hasta no hace mucho tiempo los enterramientos, las ceremonias religiosas, etc. tenían que realizarse en Amaiur.
Junto al barrio está la pequeña ermita de Santiago, con un cuadro del apóstol en plan «Matamoros» que preside el altar.
Después de salir del lugar bordeamos en ligero descenso una finca cerrada por larga tapia de piedra y damos vista a Azpilkueta mientras nos acercamos a la carretera.
Desayunamos después de tomar el cruce que marcha hacia Erratzu, en el bar Uxoa, el mismo donde ayer estuvimos cenando. Luego nos desviamos para cruzar el río en Berroko Zubia y subir al centro de Arizkun.
Así circulamos por Arizkun, desviación de Aintzialde (donde acaban de recuperar otro tramo de calzada romana), Elbetea, Elizondo...
La capital del valle nos recibe con su colorido y dinamismo acostumbrado. Una parada en el Txokoto, a la vera del puente de Antxitonea y salimos por la calle del «Sol» hacia Lekarotz. Aquí hay otra posibilidad de alojamiento para peregrinos, en el albergue juvenil.
El asfalto cómodo de una carretera sin tránsito nos conduce a Irurita. Más allá se acabó la general, pues nos desviamos por la carretera que une Ziga, Aniz, Berroeta...
Paco posa junto a la ermita de San Andrés, en el barrio de Zigaurre de ZigaLos atajos son continuos y nos permiten pisar menos asfalto. Además visitamos una de las localidades más «representada» en los cuadros por los pintores paisajistas: Ziga. Su enorme iglesia, dominando el caserío, impresiona a cualquiera. Allí hablamos un rato con la propietaria de la tienda y de la casa rural: otro precioso rincón para pasar unos días.
Aniz queda a un lado mientra atajamos por entre sendas y pronto llegamos a Berroeta, que en la guía consideramos como final de etapa. Sin embargo no hay otra opción de alojarse que una Casa Rural.
El lugar es estratégico, pues desde aquí podemos tomar dos alternativas: la primera y más habitual baja desde la plaza hasta la regata Marín y sube Belate por Almandoz y la venta San Blas.
La portada de la iglesia de Ziga, sobre la localidad, es impresionanteLa otra va más arriba, es más salvaje, pues ya no visita ningún lugar habitado hasta llegar a Lantz. No obstante goza de una belleza inigualable. Prácticamente no se abandona el amparo del bosque en todo el recorrido.
En nuestro caso nos vamos para Almandoz. Hemos de bajar un buen desnivel para cruzar la regata, con tres carreteras (la que sube a Berroeta, la antigua Nacional 121-A y la nueva). Las dos primeras no tienen apenas tráfico. Todo es cuestión de cruzarlas y seguir cuesta abajo. La tercera se salva por un túnel peatonal que pasa bajo la misma.
Me sorprende, sin embargo, la situación de la ascensión desde la regata hasta el pueblo de Almandoz, pues cuando lo hicimos en noviembre estaba el camino relativamente limpio. Sin embargo ahora, en mayo, la vegetación ha crecido mucho, y como prácticamente no pasa nadie, las marcas que indican la ruta están escondidas bajo las hierbas. No obstante no supone ninguna complicación, pues no hay cruces que puedan despistarnos.
Atardece sobre Almandoz.
Abartan y otras cimas dibujan los horizontes del puebloAsí llegamos al final de nuestra cuarta jornada. El hostal Beola, en el centro del pueblo es un gran caserón con mucha solera. Famoso por su restaurante, nos lo encontramos muy animado por una excursión de jubilados que tienen ganas de «marcha», y que amenizan la sobremesa con su baile en el exterior. Nos alteran un poco la paz de la siesta, pero no importa.
El hostal es realmente impresionante. Sus interiores merecen la pena. A mi compañero le parece un poco caro el restaurante. Pero no hay donde elegir... Y además reconoce que la comida se lo merece.
La tarde resulta larga. No hay mucho que ver en un lugar tan reducido. La localidad se recorre en cuatro pasos. Una vieja iglesia en ruinas y pequeños rincones entrañables entre las viviendas nos llaman la atención. Pero los paisaje naturales de los alrededores, que son los que más atraen la atención, exigen demasiados esfuerzos después de esta jornada de marcha. Vayas para donde vayas has de iniciar fuertes desniveles, encajado como está el pueblo en un barranco que baja de las alturas de Belate.
Así que pasamos el rato entre la lectura, el paseo tranquilo y los intentos por hablar por el móvil, que resultan dificultosos por la falta de cobertura.
Miércoles, 26 de mayo - 5ª JORNADA
El día se inicia con una pequeña complicación. Tras hacer la mochila intentamos, a las nueve, bajar a desayunar. Nos llevamos la sorpresa. Como somos los únicos hospedados en el hostal da la impresión de que se han olvidado de nosotros. Estamos encerrados por dentro. Gruesas barras de hierro con candado nos impiden salir al exterior. Al rato oímos ruido en el bar y llamamos. Tardan un rato en abrirnos.
Nos cuentan que no tienen todavía bollería para servirnos el desayuno. Como avanza la mañana y nos esperan las alturas me voy a la tienda de de enfrente para comprar algo de bollería. Cuando vuelvo con una bolsa de cruasanes de esos envasados, que como recurso pueden pasar, pero no son excesivamente apetitosos, nos encontramos con un espléndido surtido sobre la mesa que no nos dicen de dónde ha salido ¡!
Así que olvidamos los cruasanes. ¡Cómo no!
Solventados los problemas del yantar retomamos el camino. Primero un trozo de vieja carretera general, ya caída en desuso por la nueva traza de los túneles que atraviesan el monte. Después se inicia ya el camino herboso, aunque en el ascenso pisamos algún trozo de asfalto más de esta calzada. En una de las salidas a la carretera lo hacemos a la altura de la venta de San Blas.
Merece la pena mencionar este punto. Antiguo hospital de peregrinos y ermita, hace años que se convirtió en hostal y bar. Sin embargo los que actualmente regentan el local atienden con una gran amabilidad, como si todavía planeara sobre el mismo el espíritu de hospitalidad jacobea. Están abiertos a cualquiera que allí llega, y aunque sus clientes no sean muchos debido a las circunstancias, nunca falta una sonrisa y un rato de buena y amena charla. Excelente parada para un almuerzo, un café o una comida que nos reconforte.
Después pasamos junto a la fuente (hace pocos años generosa en agua todo el año y hoy «misteriosamente» seca). Muestra sus humildes pero hermosas formas, aunque se mantenga llena de hojarasca a falta de agua, en la misma curva de la carretera. Aquí atajamos por una preciosa senda ascendente que vuelve a topar con el asfalto, para cruzarlo y olvidarlo ya definitivamente.
Superando una alambrada el hayedo nos acoge con su extraordinaria atmósfera. Empezamos así a ascender haciendo zig-zags por su interior. Un rato después, ya a una altura considerable, entroncamos con la otra variante que parte de Berroeta. Durante un rato seguiremos casi en llano para finalmente subir a los rasos y salir a la vista de Venta Quemada pisando la calzada romana. Brazadas de niebla nos despiden, engarzadas entre las hayas más elevadas.
Estamos ya en el límite de Baztan, junto a las ruinas de la vieja ermita de Santiago, desgraciadamente esquilmadas para hacer una pista forestal. Nos despedimos del valle y, mirando hacia abajo, vemos el monasterio de Belate, al que bajamos en poco rato.
Monasterio de Velate (edificio de la izquierda). El camino pasa entre los dosDurante estos meses se ha hundido el tejado de la casa que hay junto al mismo. Su estado es lamentable. ¿Se arreglará?
El camino sigue entre ambos edificios, atraviesa la regata por puente de cemento (que sustituye a un antiguo puentecillo medieval también desaparecido en los últimos años) y toma entre las hayas para enfilar al sur hacia la localidad de Lantz.
Se hace largo este último tramo, pero finalmente el valle aparece tras superar algunos brezales y algún que otro roble. Aquí empiezan las que pueden ser «dificultades» de nuestro viaje.
En estos días no tenemos posibilidad de alojarnos en Lantz. Puede que en el futuro la Posada, famosa por ser el centro de donde sale el famoso Carnaval de Miel Otxin, habilite algún espacio para alojar peregrinos. Pero todo anda en conversaciones. Previendo el asunto me había conseguido a través de la página del SITNA lo que parecía un itinerario para atajar por el monte y llegar (en poco más de dos kms) hasta las Ventas de Arraitz, en plena carretera general. En dichas ventas la de «Juan Simón» tiene oferta de habitaciones y allí había reservado telefónicamente.
Sin embargo, cuando preguntamos a un habitante de Lantz por el camino nos contesta con un enigmático: «Sí. Había camino... pero no sé cómo estará» Y no nos dice más. Pronto nos enteramos de lo que eso quiere decir. El camino es claro hasta el cementerio del pueblo. Seguimos unos doscientos metros más pero... termina en un prado abierto. Aquí empieza la extrañeza. Ascendemos hasta una loma cercana. Seguimos un poco en la dirección en la que se supone que están las Ventas. Efectivamente, se ven a lo lejos, pero no hay trazas de camino. ¿Alguien se lo comió? Bajamos hacia una senda que se ve que marcha en esa dirección. Doscientos metros entre zarzas y la alcanzamos.
Pero cuando nos vamos acercando hacia las Ventas y nos quedan unos 800 metros, de nuevo la senda desaparece en un prado invadido por helechos, brezos y retamas. Nos decidimos por bajar hacia una regata de la que nos separa una alambrada que conseguimos cruzar. Después seguimos junto a más alambre y... encontramos la llegada de otro camino, ya muy claro, que llega desde las Ventas, justo por donde en teoría, según indica el GPS, llegaba el que he obtenido del SITNA. No hay otras opciones a la vista. ¿Qué pasó con el camino que figura en el catastro oficial? Misterios...
Bueno. Hemos llegado a las Ventas. El tráfico intenso y rápido nos recibe. Una vez en Juan Simón nos encontramos con que estamos en un lugar de paso. Como no es fin de semana ni verano somos los únicos clientes. Dedicaremos el tiempo a hacer lo que nos permita disfrutar lo que nos queda hasta la noche: pequeños paseos, lavar la ropa, mirar el paisaje, revisar las anotaciones del viaje... No hay mucho más.
Reflexionamos sobre el asunto. Es necesario plantear otra alternativa de alojamiento. Nos hemos separado casi tres kilómetros del itinerario y lo hemos hecho a través del monte. Esto no se puede recomendar. Habrá que buscar soluciones, bien sea esa posibilidad de la que hablábamos (la Posada de Lantz), o bien alguna casa rural de las que hay en la siguiente localidad (Olagüe).
Jueves, 27 de mayo - 6ª JORNADA
Nos queda la etapa más larga, y quizás la más complicada, pues el camino no es tan claro como lo realizado hasta ahora. Hemos hablado la víspera con la dueña de la venta para pagarle por adelantado y poder salir temprano. A las ocho de la mañana nos ponemos en marcha.
En principio, lógicamente, no volvemos a Lantz. Sería un desacertado prólogo intentar repetir lo del monte a través. Así que no tenemos otra opción que soportar más de cuatro kms. de arcén de carretera general hasta llegar al desvío de Olagüe. Esto no habría sucedido de tener otra alternativa para pasar la noche.
Una vez en Olagüe respiramos. Aunque nos queda algún tramo de carretera ya no es como esto. En Olagüe después de atravesar el pueblo, tomamos un camino junto al río que nos desvía hasta un gran prado. Al fondo hay una barrera arbolada. Por su interior discurre un camino... Toda la etapa hemos de hacerla con las indicaciones escritas sacadas de la ruta que describo en www.rutasnavarra.com. Durante largos trechos, especialmente al principio, no hay señales amarillas. A veces no hay camino. Pero repetimos la experiencia de que Paco siga las indicaciones y parece que no hay pérdida. Así que la cosa va bien.
El camino nos baja junto al río, pasamos a la altura del caserío Etxaideko (al otro lado de la carretera), pero todavía podemos seguir un rato por el monte, hasta que las obras de la variante de Olagüe, que no parecen haber respetado la vieja senda, nos obligan a subir al arcén. Ya estamos a 700 metros del cruce de Etulain.
Subiremos hacia Bentaberria y nos metemos por sendas que nos llevan de nuevo entre algunos prados y caminos a salir junto a unas viejas canteras; de éstas tomamos más caminos y acabamos frente al cruce de Burutain.
Así vamos hacia el pueblo y tomamos otro desvío, éste muy cómodo, que nos permite salvar asfalto hasta que llegamos a 800 metros de Ostiz. Aquí otra vez hemos de seguir el arcén. Una vez en el pueblo lo atravesamos por dentro, lejos de la carretera, y entre las huertas que bordean el río acabamos en el cruce de Enderiz.
Ya podemos olvidar definitivamente la carretera general. Ahora subimos al pueblo y por la derecha, tomando el camino del depósito de agua, con la compañía ya permanente de las flechas amarillas, marchamos a media ladera por una serie de sendas que nos permiten, entre otras cosas, visitar el pueblecito de Olaitz con un hermoso lavadero.
Finalmente bajamos a Sorauren, y como el camino de Oricain a Arre también desapareció, dejamos de hacer caso de la flecha, que volvería a meternos por arcenes y tráfico intenso. Enfilamos el cemento del parque fluvial, junto al río, que nos llevará hasta el puente a la entrada de Arre por plácidos paseos.
En Arre atravesamos, nada más entrar al pueblo, la plaza de San Román y por el casco antiguo salimos al puente medieval sobre el Ultzama. Al otro lado retomamos el parque fluvial y, entre el río y las huertas, el cemento nos lleva, en un tranquilo itinerario, hasta el mismísimo puente de la ermita de la Trinidad. De la izquierda, bordeando las laderas del monte Miravalles, bajan numerosos peregrinos. El Camino Francés impone desde aquí su presencia.
Nuestra foto-recuerdo. Final del viaje junto al arco de la Trinidad de ArreNosotros respiramos satisfechos, nos sentimos contentos. ¡Misión cumplida! Hemos acabado sin novedad nuestra pequeña aventura. Pedimos a un peregrino que nos haga una foto con la ermita de fondo, sobre el puente.
Después nos tomamos unas cañas, cogemos el autobús urbano y nos vamos para casa.
A descansar y a volver a la rutina cotidiana...
Si has leído esto y quieres continuar por el Camino Francés... esa es otra historia. Puedes seguir las indicaciones que te aportamos en la etapa Larrasoaña - Pamplona. Hasta el corazón de la ciudad, por ejemplo, yo suelo recomendar seguir el parque fluvial para salvar el ruido y los humos de las calles de Villava y Burlada. Es posible llegar por este parque hasta el puente medieval de la Magdalena (ya en Pamplona), desde el cual, remontando las murallas, llegamos al corazón de la capital. Los albergues, las indicaciones, las flechas amarillas. Todo eso está bien documentado. Detrás dejarás unos cien kilómetros de una pequeña joya paisajística y humana: el Camino de Baztan.